1. No registrar tu marca
Lanzar tu negocio sin registrar el nombre comercial o logotipo es arriesgado. Aunque tengas dominio web o redes sociales, eso no te da derechos legales sobre la marca.
Solución: Registra tu marca en la OEPM cuanto antes. Cuesta menos de lo que imaginas y evita problemas futuros.
2. Usar contratos genéricos descargados de internet
Un contrato debe proteger tus intereses, no solo rellenar un trámite. Copiar plantillas puede dejarte expuesto ante problemas legales o conflictos con clientes.
Solución: Usa contratos adaptados a tu actividad y redactados con lenguaje claro. Si no sabes cómo, consulta con un profesional.
3. No declarar correctamente tus ingresos
Saltarte declaraciones o hacerlas mal puede implicar sanciones fiscales. Incluso si tu actividad es “pequeña”, Hacienda exige regularidad y exactitud.
Solución: Aunque al inicio no lo veas necesario, contar con asesoría fiscal desde el primer día te ahorra disgustos (y dinero).
Evita pensar que lo legal es solo para empresas grandes. Tener tus bases jurídicas bien definidas desde el principio te da estabilidad y tranquilidad para crecer.